Fotografías, libros, revistas y documentación a veces única de grandes pilotos argentinos de distintas categorías acaban por dar color a un museo que tiene dos cuerpos de casi setecientos metros cubiertos. Sorprende además porque no están en exhibición sólo autos: llantas, volantes, tazas, gatos, torpedos, insignias y manijas escriben también la narrativa.
Destacan un trofeo enorme que le fuera entregado al piloto rufinense Ángel Rosel Meunier cuando ganó la edición 1962 de la Vuelta de Necochea, batiendo por primera vez los 200 kilómetros por hora, y trofeo y casco que usó otro rufinense, José Pepe Morán, cuando salió campeón argentino de Categoría Limitada 27 en 1958.
Un predio al aire libre, parquizado, exhibe además una muestra de centenaria maquinaria agrícola, restaurada.
El museo se propone ampliar su colección a otros deportes (fútbol, básquet, náutica, ciclismo, atletismo, hockey y vóley); ya se cuentan en esta serie algunas fotografías y trofeos, entre ellos uno de Francisco Guaragna Rigonat (yachting), que representó a la Argentina en los Juego Olímpicos de Tokio 2021.